
Este andaluz, aparte de entretenerse en escribir el poema más extenso jamás escrito en castellano, Elegías de Varones Ilustres de Indias (113.609 versos endecasílabos en 4 libros), tuvo una de las vidas más apasionantes y aventureras que jamás haya visto. Se cree que con 17 años y con una educación media (entendía de gramática, preceptiva y latín) salió de Sevilla para no volver jamás. En 1539 llegó a la isla de Borinquen y el esplendor del Caribe explotó ante sus incrédulos ojos. Desde ese momento, este joven empezó a tomar nota de todo lo que veía, oía y sentía. Origen de lo que sería después Elegías de Varones Ilustres de Indias.
De negociante de perlas pasó a ser soldado conquistador, recorrió el Nuevo Reino de Granada (Colombia y Venezuela). Guerrero en el Cabo de la Vela, en Riohacha, en Santa Marta y participó en la conquista del Valle de Upar. Vio desaparecer ciudades (Nueva Cádiz, isla de Cubagua) y en contradicciones nunca saldadas cantó las hazañas españolas y evidenció el orgullo y arrojo de los nativos. Expedicionario en la busca de El Dorado, abrió trochas, y negoció con esclavos. Fue amigo de Pedro de Ursúa, rivalizó con Jiménez de Quezada, se hizo cura en Cartagena de Indias en 1554, atendió en Tunja a Venero Díaz de Leyva. Padeció un proceso inquisitorial de cual salió sin mayor problema. Distinguió a las Hinojosa y ya como beneficiado (Párroco) de la catedral de Santiago de Tunja le enviaron desde la Guajira a una hija engendrada en esos años caribeños.

Una vez instalado en Tunja con 40 años, cansado y viejo (para la época y para lo vivido), pensó que debía recoger en un poema todo lo que había visto y vivido. Quizás caviló que moriría en breve pero duró 40 años más. La importancia de Elegías de Varones Ilustres de Indias es enorme: aparte de las pocas palabras autóctonas que recoge Colón y Antonio de Nebrija, es Juan de Castellanos el primero que arriesgó la gloria de su obra por atreverse a consolidar entre sus 113.609 versos las voces indígenas. Es interesante ver cómo llega una lengua como el español a tomar posesión de un territorio y a pesar de ser tan madura, enmudece ante el mundo que trata de nombrar. Castellanos acuñó lo hispanoamericano y le dio carta de nacimiento a lo recién descubierto. Cronista que se atrevió a escribir palabras desconocidas y por lo tanto vulgares y sacrílegas como guama, maní, guacamaya, o guayaba, hizo suyo y quiso compartir todo lo que por el Nuevo Mundo veía, sin pensar, quizás, que con el arrojo de su pluma se estaba atando la soga de la censura. Fue también la primera persona que a los indígenas los llamó por su nombre propio más allá de una definición genérica. Prodigó las palabras indígenas para todo lo que no tenía nombre en español.
Nunca fue bien recibido en España; demasiado "irrespetuoso" mencionar en unas mismas páginas al Cacique Turmequé y a Felipe II. En Hispanoamérica su obra no corrió con mejor suerte. Para los eruditos europeos era un simple cura de Tunja, para los sabios que se desenvolvían en estos nuevos reinos era un buen hombre desocupado que dedicaba sus horas vacías a escribir fantasías. Para los historiadores era un poeta, y para los poetas, un historiador.
Hubiera sido perfecta una ocasión como ésta para rescatar una figura tan olvidada e importante como lo es Juan de Castellanos. Tendremos que esperar a su V centenario.....
Así describía el Nuevo Reino de Granada: Deste reino lo ceban otros ríos, Por do, hasta llegar á sus confines, Pueden desde la mar entrar navíos, A lo menos remeros bergantines, Las mayores distancias ó desvíos, Hasta los indios dichos matachines, E ya cierto patax hizo la prueba Hasta cerca de Mérida la nueva.
De hoja de laurel es la hechura, Ambas bandas así proporcionadas; Va desaguando acia Cinosura, Donde mezcla sus aguas con saladas: Dentro tienen los indios su cultura

La mejor persona que ha escrito sobre este personaje es el escritor colombiano William Ospina, en su libro Las Auroras de Sangre.