miércoles, 12 de septiembre de 2007

CIEN AÑOS VERDIBLANCOS

Un día como hoy hace cien años, nacía el Sevilla Balompié, germen de lo que siete años más tarde, al fusionarse con el Betis Foot-Ball Club, pasaría a ser el Real Betis Balompié. Mi equipo, y una parte importante de la historia emocional de mi familia.

Real Betis Balompié, 1922

Hace dos años en el Hay Festival de Cartagena, un chaval le preguntó al “Negro” Fontanarrosa, porqué era hincha tan acérrimo del Rosario Central. Y éste le contestó: “pelao, te voy a decir una cosa: el fútbol es la cosa más importante de las cosas que no son importantes. Y tu equipo, si vos sos hincha de verdad, es la máxima expresión de la fidelidad. Fijate lo que te digo: vos podés cambiar de carro, de laburo, de amigos.... de mujer, de familia. Podés cambiar de país, de nacionalidad... incluso traicionar a tu Patria. Cambiar de religión y ya, hasta de sexo con una operación... pero si vos sos hincha de verdad, la única cosa que tendrás segura en la vida, es la fidelidad a tus colores; a tu equipo”. Pues eso es lo que me pasa a mi, que de las pocas cosas que tengo claras en la vida, es que acabaré muriendo bético.

Real Betis Balompié y el Cartagena FC, 1924

Sin entrar a desglosar la historia épica de mi equipo, quiero hacer un homenaje a todos los que a través de este siglo han tenido la inmensa fortuna de haber escogido el camino equivocado. Porque sin duda, elegir ser bético es la peor de las opciones para llegar a la felicidad por la vía rápida: el sendero fácil no va con la filosofía bética. Pero y qué? Las cosas difíciles de conseguir, son al final las que dan más placer... como este amigo mío, que cuando su familia se trasladó a vivir a Sevilla, se dio cuenta que en esta ciudad había que tomar partido por Sevilla o Betis: no quedaba opción para Madrid, Barça, etc. Y su padre, en un afán integrador los llevó a él y a su hermano a los dos Estadios de fútbol y que ellos eligiesen libremente de qué equipo ser. Primero, se los llevó a ver el Betis para verlo perder y al domingo siguiente, se los llevó a ver al Sevilla que goleó a su rival. A la salida del Estadio sevillista, con toda la gente eufórica por la goleada, el padre, seguro de la respuesta les pregunta a sus hijos: “entonces, qué? ¿De que equipos queréis ser?”. “Pues papá, de cual vamos a ser... Pues del Betis!”.
Ó como mi primo. Que habiendo nacido y vivido toda su vida en Alemania, decidió ser bético desde que tiene uso de razón, aunque eso le cueste tener que ver a su Betis una vez cada dos años. ¿Quien dijo que el amor platónico no existía?

La historia marca, y a nosotros nos marcó para siempre la fundación en 1909 del Betis Foot-Ball Club que fue una escisión del actual Sevilla FC por la negativa de éste a dejar jugar en el equipo a un obrero que trabajaba en la Pirotecnia. A partir de ese momento, escogimos la senda más difícil. En estos Cien años de historia, muchas cosas han pasado, pero la idiosincrasia del Betis sigue inalterable: acostumbrados a lo mejor y lo peor, pasamos de la cima y a la sima en un segundo; de ser Campeones en Primera División, pasamos a la Segunda, y de la Segunda División, pasamos a la Tercera. Y precisamente a esos béticos van hoy todos mis honores. A esos que vieron a su Betis pasar de ser Campeones de Liga, a verlo jugar en Tercera División contra los equipos de los pueblos de la provincia de Sevilla, mientras, el otro equipo de la ciudad, jugaba la Copa de Europa. Son estos béticos los que en ese periodo negro de nuestra historia verdiblanca, supieron ingeniárselas para parir la frase más filosófica de estos CIEN años; la que recoge todas la esencias del beticismo añejo: “Viva er Betis manque pierda”. Sin la épica, el coraje y la resistencia de esos béticos, estos cien años no hubieran sido posible. Uno de ellos era un lebrijano que se llamaba Sebastián: Mi tío abuelo. A ellos van dedicados estos Cien años.

Decía Ignacio Sánchez Mejías, torero y Presidente del Betis en los años 30, que “él no comprendía como se podía ser de otro equipo que no fuese el Betis”. Y yo tampoco.

Felicidades, viejo amigo!

Real Betis Balompié. Primer ascenso a Primera División, 1932

Real Betis Balompié. Campeones de Liga, 1935

Real Betis Balompié. Campeones de España, 1977

CIEN AÑOS VERDIBLANCOS

¡Viva er Betis manque pierda! Dos mitos del beticismo: Lorenzo Serra Ferrer y Alfonso. Subcampeones de Copa, 1997

Campeones de España, 2005
Juan José Cañas, capitán
la afición
El Betis de hoy. Partido del Centenario, Betis 1- Milán 0

viernes, 7 de septiembre de 2007

El Vallenato

“... los creadores e intérpretes vallenatos eran gente del campo, poetas primitivos que apenas si sabían leer y escribir, y que ignoraban por completo las leyes de la música. Tocaban de oídas el acordeón, que nadie sabía cuándo ni por dónde les había llegado, y las familias encopetadas de la región consideraban que los cantos vallenatos eran cosas de peones descalzos, y si acaso, muy buenas para entretener borrachos, pero no para entrar con la pata en el suelo en las casas decentes“. Gabriel García Márquez.

Cuando yo llegué a Locombia, de la palabra vallenato, - aparte de tener una sonoridad bastante fea -, lo que más me desconcertaba era su origen.... “coño, ¿Será que en Colombia hay balleneros y yo no lo sabía?”. Además, la única canción vallenata exportada a España hacía ya muchos años era “La gota fría”: Una bellísima canción de Emiliano Zuleta que destrozó Carlos Vives (*) y que terminó de rematar el patético de Julio Iglesias. Para mi el vallenato era esa canción.
Con este panorama, era lógico que cuando aterricé por estas tierras llegaba con el mayor de mis prejuicios. Quise conocer todas las músicas de este país sin embargo no puse demasiado interés en oír esto “de las ballenas”.
(*) Aclaro que Carlos Vives es un pedazo de artista del que los españoles sólo conocemos su peor época.

De parranda en parranda fui escuchando este canto que nada tenía que ver con lo anterior, y con el tiempo, he ido conociendo y leyendo toda la literatura de esta música. Y me fascina. El vallenato es el sonido de Colombia por excelencia. No creo que haya una música en este país que represente mejor su realidad mestiza: sus tres instrumentos básicos son el acordeón; de Europa, la caja; de África y la guacharaca indígena. Es la música del pueblo de la costa del Caribe; concretamente de la parte de La Guajira, el César y del Magdalena. Coge su nombre de la ciudad de Valle de Upar: de ahí la palabra “vallenato”, y como bien lo describe García Márquez, es la música de la gente del campo.

Los temas de las letras son en un 90% el despecho de amor -y ahí entra la variante de cuernos con el componente machista (canciones por cierto, que en este momento estarían prohibidas en España), y son tan sentidas, que a veces provocan la risa más que la pena. El vallenato, la tusa del desamor y el alcohol, van unido como un ente indisoluble. Creo que es imposible escuchar vallenato sentado en la butaca de un teatro en Helsinki, o al menos a mi me parece complicado. Es como la letra de una canción de Chavela Vargas, pero quitas el tequila y un poquito de desgarro, le pones aguardiente y le añades el eterno carácter parrandero de Colombia.

Aquí dejo un video del mítico Alejo Durán, primer Rey del Vallenato. La imagen es pésima pero es que es 1970. Como dice en su biografía “enamorado de las mujeres y también de la vida, Alejo tuvo 25 hijos en 18 amores”. Murió en 1989 a los 70 años.
Ay home!


CUADERNO DE BITÁCORA