Real Betis Balompié, 1922
Hace dos años en el Hay Festival de Cartagena, un chaval le preguntó al “Negro” Fontanarrosa, porqué era hincha tan acérrimo del Rosario Central. Y éste le contestó: “pelao, te voy a decir una cosa: el fútbol es la cosa más importante de las cosas que no son importantes. Y tu equipo, si vos sos hincha de verdad, es la máxima expresión de la fidelidad. Fijate lo que te digo: vos podés cambiar de carro, de laburo, de amigos.... de mujer, de familia. Podés cambiar de país, de nacionalidad... incluso traicionar a tu Patria. Cambiar de religión y ya, hasta de sexo con una operación... pero si vos sos hincha de verdad, la única cosa que tendrás segura en la vida, es la fidelidad a tus colores; a tu equipo”. Pues eso es lo que me pasa a mi, que de las pocas cosas que tengo claras en la vida, es que acabaré muriendo bético.
Real Betis Balompié y el Cartagena FC, 1924
Sin entrar a desglosar la historia épica de mi equipo, quiero hacer un homenaje a todos los que a través de este siglo han tenido la inmensa fortuna de haber escogido el camino equivocado. Porque sin duda, elegir ser bético es la peor de las opciones para llegar a la felicidad por la vía rápida: el sendero fácil no va con la filosofía bética. Pero y qué? Las cosas difíciles de conseguir, son al final las que dan más placer... como este amigo mío, que cuando su familia se trasladó a vivir a Sevilla, se dio cuenta que en esta ciudad había que tomar partido por Sevilla o Betis: no quedaba opción para Madrid, Barça, etc. Y su padre, en un afán integrador los llevó a él y a su hermano a los dos Estadios de fútbol y que ellos eligiesen libremente de qué equipo ser. Primero, se los llevó a ver el Betis para verlo perder y al domingo siguiente, se los llevó a ver al Sevilla que goleó a su rival. A la salida del Estadio sevillista, con toda la gente eufórica por la goleada, el padre, seguro de la respuesta les pregunta a sus hijos: “entonces, qué? ¿De que equipos queréis ser?”. “Pues papá, de cual vamos a ser... Pues del Betis!”.
Ó como mi primo. Que habiendo nacido y vivido toda su vida en Alemania, decidió ser bético desde que tiene uso de razón, aunque eso le cueste tener que ver a su Betis una vez cada dos años. ¿Quien dijo que el amor platónico no existía?
La historia marca, y a nosotros nos marcó para siempre la fundación en 1909 del Betis Foot-Ball Club que fue una escisión del actual Sevilla FC por la negativa de éste a dejar jugar en el equipo a un obrero que trabajaba en la Pirotecnia. A partir de ese momento, escogimos la senda más difícil. En estos Cien años de historia, muchas cosas han pasado, pero la idiosincrasia del Betis sigue inalterable: acostumbrados a lo mejor y lo peor, pasamos de la cima y a la sima en un segundo; de ser Campeones en Primera División, pasamos a la Segunda, y de la Segunda División, pasamos a la Tercera. Y precisamente a esos béticos van hoy todos mis honores. A esos que vieron a su Betis pasar de ser Campeones de Liga, a verlo jugar en Tercera División contra los equipos de los pueblos de la provincia de Sevilla, mientras, el otro equipo de la ciudad, jugaba la Copa de Europa. Son estos béticos los que en ese periodo negro de nuestra historia verdiblanca, supieron ingeniárselas para parir la frase más filosófica de estos CIEN años; la que recoge todas la esencias del beticismo añejo: “Viva er Betis manque pierda”. Sin la épica, el coraje y la resistencia de esos béticos, estos cien años no hubieran sido posible. Uno de ellos era un lebrijano que se llamaba Sebastián: Mi tío abuelo. A ellos van dedicados estos Cien años.
Decía Ignacio Sánchez Mejías, torero y Presidente del Betis en los años 30, que “él no comprendía como se podía ser de otro equipo que no fuese el Betis”. Y yo tampoco.
Felicidades, viejo amigo!
Real Betis Balompié. Primer ascenso a Primera División, 1932
Real Betis Balompié. Campeones de España, 1977